ADAPTACIÓN DEL
CUENTO TODA CLASE DE PIELES
Hace mucho tiempo , en el lejano planeta de marte, existían
dos reinos poblados por unos extraños pero hermosos seres: el reino de Amapoli,
poblado por seres de color rojo y el reino de Hortensi, cuyos habitantes eran
de color azul celeste. Eran seres muy felices , como lo reflejaban sus
sonrisas. El único momento en que no sonreían era cuando pensaban en lo que
habría al otro lado del río Tangis. La tradición decía que más allá del mismo
existían unos peligrosos seres que se comían a los marcianos. Los habitantes de
Amapoli y Hortensi que se habían aventurado a cruzarlo no habían regresado
nunca.
Los dos reinos vivían en paz, como demuestra el hecho de que
los reyes buscaban a sus consortes en el
reino vecino. Así en Amapoli, la reina era de descendencia roja y el rey de
estirpe azul. Ambos eran muy felices y casi siempre sonreían, excepto en los
momentos en que se imaginaban lo maravilloso que sería tener un bebé malva. La
realidad era que llevaban cinco años casados y la cigüeña no se había posado todavía
en la azotea del palacio.
Una soleada mañana en la que los reyes desayunaban en la
azotea, vieron cómo una hermosa cigüeña comenzó a volar sobre sus cabezas, dando
vueltas en forma de corazón para desaparecer al poco rato. Los dos reyes pensaron
que esto era un augurio y su conjetura se cumplió cuando nueve meses después
una preciosa niña de color malva nació. Decidieron ponerle el nombre de Malva,
por su bonito color de piel. Todo el que la miraba quedaba prendado de su
sonrisa, la más maravillosa que se había
visto jamás en el planeta marte.
Sin embargo no todo era alegría, pues la reina quedó muy débil tras el parto y falleció.
Antes de morir la reina pidió al rey que hablara a menudo de ella a su hija para
que siempre estuviera presente en su vida. Asimismo le entregó dos objetos para
que se los diera a Malva cuando ésta tuviera dieciocho años. Se trataba de su vestido y sortija de pedida. Ambos estaban fabricados con rubíes y turquesas,
símbolos de los reinos de Amapoli y Hortensi .
Tras la muerte de su mujer, el único consuelo del rey era
estar con su hijita, de la que recibía constantemente las más preciosas
sonrisas que se hayan podido ver. El tiempo fue pasando y la joven princesa fue
creciendo no sólo en belleza sino también en simpatía y bondad.
Faltaban unos meses para que la princesa cumpliera dieciocho
años, edad en la que se suponía que se debía comprometer según las costumbres
del reino. La verdad es que no había mucha opción pues los reyes de Hortensi
sólo tenían tres hijos . Los tres eran muy pesados, no compartían su gusto por
la lectura y la música y sólo hablaban de mutbol, un deporte varonil muy
popular en marte. Cada vez que la sacaban a bailar accedía por no dejarlos mal
ante los cortesanos, que no paraban de hacer comentarios y conjeturas sobre
quién sería el próximo rey.
Su padre que hasta entonces la había dejado muy tranquila en
relación a este tema comenzó a insistirle cada vez más para que buscara un
príncipe de su gusto. La presión se hizo insoportable tras cumplir los
dieciocho años pues además de repetirle diariamente la importancia de que
eligiera un futuro esposo organizaba bailes semanales con este fin. Malva
asistía a estos con tedio pues sabía que tendría que bailar con los tres
príncipes de Hortensi. La princesa tomó
la resolución de actuar y le dijo a su padre que estaba dispuesta a casarse con uno de los tres príncipes de
Hortensi a cambio de un regalo que
siempre había deseado: un abrigo confeccionado con todos los animales del
reino. El rey no se desmotivó ante la
dificultad del encargo sino que sin dilaciones llamó a todos sus cazadores y
sastres para que se pusieran manos a la obra. Le dijo a su hija que cuando el
abrigo estuviera terminado debería darle el nombre del príncipe elegido para
anunciarlo de forma oficial.
El día en que se terminó el abrigo, año y medio después, el
rey corrió a entregárselo a su hija y a preguntarle el nombre del futuro
príncipe. Malva le comunicó que ya había hecho su elección pero que necesitaba
sólo de una noche más para reflexionar. El rey accedió a pesar de extrañarle
esta petición.
A medianoche el silencio reinaba en el palacio. Malva se
puso su abrigo de pieles, cogió el pequeño cofre donde había guardado el
vestido y la sortija de su difunta madre y partió al lomo de su mascota, un murro
rojo, animal marciano parecido al burro con largas orejas en forma de espiral. Había
colocado sobre el murro una pequeña maletita que contenía el vestido de rubíes
así como los víveres más necesarios para el camino.
La princesa y su murro anduvieron durante horas sin parar. Al llegar al Tangis cruzaron por el puente de piedra construido siglos
antes por los primeros aventureros que
habían osado cruzar el río.
Muy pronto se hizo de noche y Malva encendió una potente
linterna para iluminar el camino. Los aullidos de animales que se escuchaban
sin cesar atemorizaron al murro, que paró en seco negándose a continuar. Sin
embargo las palmaditas que Malva le propinó en el lomo y la canción que ésta
entonó para tranquilizarlo le animaron a proseguir la marcha. La princesa
estaba muy sorprendida de sí misma pues
no tenía miedo. ¿Sería por el abrigo de pieles que le había regalado su padre o
por el firme convencimiento de que su decisión la llevaría a buen puerto?.
Pronto el gusanillo del estómago comenzó a protestar y
pararon para probar algunos víveres. Poco a poco la princesa sintió cómo se le
cerraban los ojos a pesar de sus esfuerzos por mantenerlos abiertos. Es así
como se quedó dormida junto a su murro y en medio de un impresionante escenario
nocturno en el que se podían contemplar
las numerosas estrellas y el llamado planeta tierra. Quizá algún día los
marcianos podrían visitar este misterioso planeta, pensó Malva y al momento se
quedó dormida soñando que se encontraba en él.
Cuando se despertó se sobresaltó al ver gran cantidad de
ojos que la observaban. Se trataba de unos misteriosos seres verdes parecidos a
los perros . Su miedo se acrecentó cuando se acercaron y empezaron a olfatearla.
Más tarde oyó voces en una lengua extraña. Vio como unos marcianos de color
verde con atuendos de cazador se acercaban. A pesar de no tener miedo consideró
prudente el gritarles que no era un animal sino una marciana vestida con
pieles. Ellos parecieron no comprender lo que decía y miraban con insistencia a
otro marciano, de color azul celeste, que se acercó y preguntó a Malva “¿Quién
eres?”.
Malva sintió cierto alivio al contemplar un marciano azul
como los hortensianos y que además hablaba una lengua comprensible. La princesa
no quería dar su verdadero nombre y se inventó que se llamaba Toda Clase De Pieles, para rendir
homenaje al regalo de su padre. Le dijo que había perdido la memoria y que no
recordaba nada de su pasado. El marciano azul ordenó a los marcianos verdes que
la llevaran al palacio y que allí la dejaran descansar. También les dijo que al
día siguiente podría incorporarse al equipo de cocina del palacio como ayudante
del cocinero real.
Es así como Malva se dio cuenta de que el marciano azul era
en realidad un príncipe. A las pocas horas llegaron a un precioso palacio verde construido con piedras preciosas
que a la princesa le parecieron ágatas. Malva
y su murro fueron conducidos a un enorme cuarto verde. El suelo, cubierto de
hierba, era muy blandito y se hundía al
pisarlo, haciendo la función de un gran colchón. La princesa y su murro
durmieron aquella noche como dos bebés.
Al día siguiente el príncipe la convocó y le propuso
trabajar a su servicio en las cocinas del palacio. La princesa accedió
encantada al pensar que por fin iba a hacer algo diferente. En realidad ya
estaba aburrida de que la sirvieran, ahora por fin iba a ser sirviente.
Sin dilación se presentó al cocinero real y se puso a trabajar.
Al principio se entendía por señas, pero poco a poco fue aprendiendo el idioma
con lo que sus conversaciones con el cocinero fueron haciéndose más
interesantes, sobre todo a medida que
éste le iba hablando de las costumbres de Agathe, nombre del reino en el que se
encontraba.
La princesa estaba especialmente intrigada por el príncipe.
No comprendía por qué éste era el Malva nunca se quitaba su abrigo de pieles
pues estaba decidida a esconder su identidad. Este comportamiento extrañaba al
príncipe y a los súbditos. Sin embargo nunca le preguntaron la razón pues
sospechaban que lo hacía para esconder algún defecto físico.
único ser azul del reino ni la razón por la que nunca
sonreía. Un día el cocinero le contó la historia. El príncipe había sido
encontrado por unos consejeros reales cerca del río Tangis a la edad de los
seis años. Nadie sabía cómo había llegado hasta allí. Los reyes de Agathe, que
no habían tenido descendencia, interpretaron este encuentro como una señal del
destino y decidieron adoptarle. Cuando
la princesa escuchó la historia le vino a la mente un suceso muy triste
ocurrido en el reino de Hortensis hacía ya más de diez años. Se trataba del
extravío del hijo de los reyes, al que
nadie había podido encontrar .
El cocinero también le explicó que el príncipe estaba muy
triste y que todo el mundo suponía que sufría
mal de amores. La princesa se quedó muy pensativa, no podía quitárselo de la
cabeza. Se dio cuenta de que se estaba enamorando.
La semana siguiente el príncipe cumplía dieciocho años. Sus
padres, los reyes, organizaron una gran fiesta a la que invitaron a las mujeres
más bellas del reino con la esperanza de que su hijo se fijara en alguna de
ellas. Toda Clase De Pieles, comenzó
a idear un plan para acudir. Una hora antes del comienzo del baile comenzó a
toser sin parar. Comunicó al cocinero real que se encontraba indispuesta y le
pidió retirarse a su habitación para descansar un poco. Este accedió a pesar de
la gran carga de trabajo que suponía un día tan importante.
La princesa corrió sin dilación a su habitación. Se soltó su
hermosa melena y se puso el precioso vestido de rubíes de su difunta madre .
Esa noche fue la más feliz de su vida. El príncipe la sacó a bailar nada más
verla y por primera vez no paró de sonreír.
No paraba de mirarla embelesado y le
confesó que nunca había visto una sonrisa tan dulce y que era la única mujer
que había conseguido que él sonriera a su vez. Toda clase de pieles pensó que éste era el piropo más bonito que le
habían hecho en su vida.
De repente el príncipe sintió miedo de que el azar la
separara de aquella mujer que le había devuelto la sonrisa. Sus corazonadas se
solían cumplir así que decidió ponerle un anillo disimuladamente para poder
reconocerla en el caso de que el destino les separara. En efecto así fue pues
Malva, al darse cuenta de que el baile estaba a punto de concluir, se despidió
apresuradamente del príncipe dejándolo perplejo. Era decisiva su actuación de
las próximas horas pues había planeado pedir al cocinero permiso para subir la
cena al príncipe. Malva se dirigió a toda prisa a su habitación, donde se quitó
el vestido de rubíes para ponerse su atuendo habitual, el abrigo de pieles.
Corrió a la cocina y dijo al cocinero real que se sentía
mucho mejor y que iba a preparar la cena del príncipe. También le ofreció el
subírsela ella misma para que él se pudiera tomar un descanso. El cocinero le
agradeció este detalle y se retiró un rato a su habitación para descansar .
Esa noche le preparó una sopa muy especial, en realidad era su sopa preferida, una receta
típica de su reino Amapoli. La preparó
con el principal ingrediente para que una comida salga bien, mucho amor. Cuando
la terminó dejó caer en la sopa la sortija de pedida de su madre al tiempo que
se miraba con una sonrisa el anillo que le había puesto el príncipe, hecho del
que se había dado perfectamente cuenta.
Cuando la música dejó de sonar Malva esperó a que todos los
invitados del baile se retiraran antes de subir a la habitación del príncipe
para llevarle la cena . Cuando la princesa le entregó el plato con la sopa
sintió que éste la miraba con mucha atención y que su mirada pasaba sin cesar
de su rostro a su mano. Sólo dejó de
mirarla en el momento en que se metió en la boca la sortija . La observó con
los ojos muy abiertos y después volvió a
mirar a Toda Clase De Pieles. Cuando
el príncipe le preguntó por el motivo de la sortija en la sopa Malva se le acercó
sonriendo y le mostró como única respuesta el anillo que el príncipe le había
puesto en el baile . El príncipe entonces sonrió a su vez y se sonrojó. Le
retiró la capucha del abrigo y le preguntó sonriendo ”¿Quién eres , bella dama
de las pieles?”.
Sin parar de mirarla a los ojos, el príncipe le confesó que era la mujer que siempre había deseado, la
única que había conseguido devolverle la sonrisa. A continuación le cogió la
mano y le puso la sortija de rubíes y esmeraldas al tiempo que le pedía el matrimonio. La princesa
no cabía en sí de júbilo, su cara resplandecía con la sonrisa más maravillosa
que se haya visto jamás. Con un largo beso dejó clara la respuesta a su
proposición.
Malva y el príncipe viajaron a Amapoli y a Hortensis para
anunciar la boda. Allí se reencontraron con sus respectivos padres. La alegría
de los reyes de Hortensis y del rey de Amapoli fue inmensa al reencontrar a sus
respectivos hijos, a los que daban por perdidos.El rey estaba tan feliz que
perdonó a Malva su fuga.
La boda se celebró en Agathe y a ella acudieron todos los
habitantes de los dos reinos, que accedieron por primera vez a cruzar el río
Tangis. Es por ello que a partir de entonces no hubo jamás en sus vidas un
momento en el que dejaran de sonreir, al igual que ocurrió a los príncipes de
Agathe.
EXPLICACIÓN DE MI
ADAPTACIÓN:
Edad de los
destinatarios: segundo ciclo de primaria. Creo que el cuento sería
demasiado largo y complejo para los alumnos del primer ciclo.
Primero voy a centrarme en los cambios y a continuación en
lo que he mantenido
1.LO QUE HE CAMBIADO:
He cambiado el escenario (marte) y los personajes(marcianos)
para añadir fantasía al relato.
He hecho hincapié en cualidades de la protagonista que van
más allá de su belleza. Creo que los niños de estas edades necesitan una mayor
profundización de los personajes que se aleje de los estereotipos.
Cuando la reina muere no he hecho alusión a detalles que
pueden resultar morbosos como el de las hemorragias.
He cambiado los objetos que llegan a la princesa de su
madre: un vestido y una sortija de pedida. La finalidad es simplificar la
historia y dar un valor narrativo y simbólico a los objetos. También he
cambiado la alianza de boda por una sortija de pedida para graduar la historia
de amor de los protagonistas.
He cambiado el motivo por el que la princesa se marcha. He suprimido
el tema del incesto, pues creo que no es apropiado en absoluto para los
destinatarios del cuento.
Me he detenido en describir sentimientos y ambientes para
dar mayor realismo al relato y procurar que los destinatarios se involucren más
en la historia .
He reducido las tres noches ,en las que la protagonista
baila con el príncipe y luego le sube la cena, a una sola para simplificar y
acortar la historia.
He añadido algunos elementos a la trama para dar un poco más
de intriga y relacionar aspectos de la historia: el príncipe es el niño que
desapareció, el príncipe le hace la misma pregunta cuando la encuentra en el
bosque y al final de la historia.
2. LO QUE HE
MANTENIDO
-Que siga siendo un cuento de príncipes y princesas con
contenido amoroso y sentimental.
-Que la reina muriese como consecuencia del parto.
-La decisión del padre de que su hija se tenga que casar,
hecho que hace que la princesa escape.
-La forma en que la protagonista
es encontrada en el bosque y posteriormente llevada al palacio para trabajar en
la cocina. También el que ella esconda su identidad para evitar volver a su
situación anterior.
-Que la princesa vaya por el palacio con el abrigo para
evitar que la reconozcan.
-El baile donde los protagonistas se enamoran.
-Que la princesa actúe para conquistar al príncipe.
-Que el príncipe pusiera el anillo a la princesa para
posteriormente pedirle matrimonio.